HISTORIA SIN FIN - Insomnio


Hacía dos días que no podía dormir y su mente empezaba a nublarse. Deambulaba por las calles desiertas en busca de nada cuando giró la esquina y lo vio. Le fue imposible no sentir atracción por aquel bar que iluminaba toda la calle, cual luciérnaga a una bombilla. Se quedó allí fuera mirándolo, al cobijo de la oscuridad.
Había vida y música allí dentro, aunque de forma tranquila aparentemente. Todo el mundo era más feliz dentro de un bar. La gente charlaba y bebía  con tranquilidad ajena a su espionaje. Disfrutaba observándolos.
Perdió la consciencia de cuánto tiempo estuvo allí. Pero volvió al mundo cuando los vio salir por la puerta. Era una joven de 25 años con un hombre que le doblaba la edad. Estaban claramente borrachos y se tambaleaban. Sobretodo ella. Hablaban muy alto.
- Creo que te voy a acompañar a casa.
- No, no hace falta. Prefiero ir sola.
- No, de verdad. Insisto.
Le pasó un brazo por encima mientras la incitaba a caminar. La chica seguía negándose pero con poca convicción. No habían dado ni dos pasos cuando él descolgó su mano por el cuerpo de ella y le cogió un pecho. Enseguida la otra mano hizo lo mismo con el otro. Ella protestó.
- ¿Que haces? Tienes las manos muy largas tu, ¿no? - le dijo mientras intentaba apartarlo. Lo consiguió pero solo porque él quiso.
- Es que eres una chica muy guapa. Seguro que te lo han dicho un montón de veces.
Siguieron caminando muy juntos y enseguida giraron la esquina. El espectáculo se había acabado si no hacía nada. La indecisión se apoderó de él. No sabía si seguirlos u olvidarse del tema e irse a casa. ¿Debía o no debía?

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