Qué me sugiere - Hallazgos vocacionales


Todos los años se enfadaba por tener que pasar dos semanas de verano en casa de su padre y su nueva familia. Pero lo único que conseguía era tener una despedida fría con su madre antes de subir al autobús. No entendía como él había podido cambiar Madrid por un pueblucho del norte y una casa que parecía anclada en el pasado...

Aquella tarde toda la familia se había marchado a dar un paseo y ella había decidido quedarse como muestra de rebeldía. Odiaba el campo tanto casi como la vajilla ámbar de duralex de aquella casa. Pero la tele era insoportable en verano y se puso a explorar aquel lugar extraño.

Aquello fue amor a primera vista. Fue verla e inundarse su mente de recuerdos felices. Ver a su padre escribiendo día y noche en aquella máquina era una estampa hogareña para ella. Se puede decir que creció a los pies de aquella máquina de escribir y que su repiqueteo fue la banda sonora de su infancia.

La cogió de la estantería, se sentó en el sillón y se la puso encima de las piernas. Aunque su aspecto inducía a pensar que estaría cubierta de polvo en realidad estaba impoluta. Pesaba más de lo que creía pero le gustaba, le transmitía solidez, cosa que no tenía ahora en su familia... Puso un folio en el carro y colocó sus dedos en las teclas. Notaba como aquella máquina tenía mil historias que contar y casi creía escuchar como se las estaba susurrando al oído. Le impulsaba a escribirlas.

Al final no iban a ser unos días tan aburridos como se había creído...

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