SONRISAS GRATIS - Dos vidas

Estaba en mi mes de probar cosas nuevas, así que cuando aquel día que iba sin prisa me encontré a aquel mendigo en la calle decidí hacer algo que siempre había querido hacer: lo invité a comer.
Me acerqué a él y al ver que me paraba enfrente me pidió dinero.
- Mejor no, pero iba a comerme un bocata en el bar de enfrente, si vienes te invito a uno.
Me miró incrédulo.
- ¿De verdad?
- Claro.
Se levantó, recogió su cartón de dar pena y me siguió. No me di cuenta hasta llegar al bar que un perro igual de callejero que mi nuevo amigo nos seguía también.
- ¿Es tuyo?
- No, solo es mi amigo.
Su respuesta me hizo sonreír. Nos quedamos en una mesa de fuera.
- ¿De qué quieres el bocata?
- De tortilla de patata.
No abrió la boca si no era para hincarle el diente al bocadillo. Se lo terminó mientras yo le daba los primeros bocados.
- ¿Quieres otro?
- ¿Podría ser de jamón?
- Claro.
Cuando el camarero se lo trajo lo partió en dos y lo compartió con su amigo peludo. Ahí ya se encontró más comunicativo. Me contó que en su vida anterior fue escayolista y había tenido una mujer y un hijo. Tanto la profesión como la familia se le fueron en un accidente de coche hacía ya casi 10 años. Los perdió a ellos y parte de la movilidad de su mano derecha. Después de aquello una depresión, una fuerte neumonía y la falta de trabajo hicieron el resto. Ahora vivía en la calle, dormitaba en los cajeros y comía de las limosnas.
Cuando nos fuimos a despedir yo no sabía muy bien cómo hacerlo. Él se me adelantó.
- Nos vemos en otra vida amigo, pero espero que sea después de muertos.

Se equivocaba. Ahora paso todos los martes a comerme un bocadillo con él. Me parece la comida más fascinante de la semana.

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