La
noche anterior había bebido hasta hartarme. Me había despertado en la
cama con la ropa puesta, boca abajo y babeando la almohada. Abrir los
ojos fue volver al Mundo Real.
La luz que entraba por la ventana me cegó. Debía de ser mediodía.
Levanté la cabeza y fue como si un martillo me golpease. Bendita resaca,
me recordaba que mi vida seguía. Aunque no era gracias a los vodkas de
ayer.
Busqué
las fuerzas para levantarme de la cama. Poco a poco. Me sabía el
procedimiento de memoria. Un meo, dos vasos de agua con pastillita y una
buena ducha. Después de eso ya era medio persona. Me dirigí a la nevera
y la arrasé, como siempre. Un zumo, dos tostadas con queso y una
tortilla de jamón después me senté delante del portátil y lo encendí
para comprobar los resultados de la noche anterior.
Sabía
que emborracharme para escribir no era un método muy saludable pero
desgraciadamente me funcionaba. Releí las últimas notas de ayer y
sonreí.
¿Por qué no conseguía esto sin tomar alcohol? Esta profesión me
iba a matar...
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